En la planta baja de este edificio estaba la tienda de fotografía llamada Fotoclub, donde, además de vender material fotográfico y hacer revelados, enmarcaban cuadros. Los dueños tenían una gran amistad con Laxeiro y le alquilaron el ático cuando, después de 1971, se estableció definitivamente en España.
El pintor Xavier Magalhaes cuenta que aquel local era un espacio mágico, con una enorme campana de piedra encalada en la cocina, ornamentada con dibujos hechos con pincel y tinta china. Laxeiro conservó este estudio hasta el final de su vida.